A través de códices trazan intercambio cultural entre Italia y México
Mientras sus similares eran quemados en el nuevo territorio de la corona española, estos testimonios fueron embarcados hacia Europa como ricos y raros presentes.
Davide Domenici ha señalado que Domingo de Betanzos, fraile dominico en la Nueva España, fue el primero en llevar, hacia 1532, valiosos códices mesoamericanos a Italia, especialmente a Bolonia y a Roma.
Es muy probable que se tratara de los nombrados Cospi, Borgia y Vaticano B, el primero, perteneciente al Grupo Borgia, hoy al amparo de la Biblioteca Universitaria de Bolonia, y los segundos, de la Biblioteca Apostólica Vaticana.
El estudioso italiano fue uno de los partícipes del cuarto conversatorio del seminario virtual “México-Italia: 500 años de diálogo cultural”, coordinado por la Secretaría de Cultura y la Embajada de Italia en México, a través de los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) e Italiano de Cultura. Este jueves 2 y viernes 3 de septiembre, reconocidos expertos abordan el tema: “Los códices prehispánicos y coloniales entre Italia y México”.
Este 2 y 3 de septiembre, expertos trazan el intercambio cultural iniciado entre Italia y México hace 5 siglos a través de códices, como parte del seminario virtual “México-Italia: 500 años de diálogo cultural”. Conoce más detalles en #PrensaINAH: https://t.co/4I8bg08OWr pic.twitter.com/dR4ET8Vu5w
— INAHmx (@INAHmx) September 3, 2021
Conocedores como Katarzyna Mikulska, Elena Mazzetto y Carlos Viesca, explicaron que entre los suntuosos regalos provenientes de las tierras conquistadas que atravesaron el océano Atlántico, se encontraban algunos códices, el artefacto cultural que los pueblos mesoamericanos utilizaron para perpetuar y comunicar conocimiento.
De esa amoxtlalpan o “tierra de libros”, como nombró el nahuatlato Miguel León-Portilla a la antigua Mesoamérica, sobrevivieron hasta nuestros días menos de 15 códices.
Cuatro provienen del área maya: Dresde, Madrid, París y Maya de México; cinco más pertenecen al llamado Grupo Borgia: los códices Borgia, Vaticano B, Fejérváry Mayer, Cospi y Laud; y de la mixteca permanecieron los códices Bodley, Colombino, Becker I, Vindobonensis, Selden y Nuttall.
Por lo que respecta al centro de México, es muy probable que el Tonalámatl de Aubin y la Matrícula de Tributos, también hayan sido elaborados antes de la llegada de Cortés.
No obstante, como refirió en su oportunidad el director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (BNAH) de México, Baltazar Brito Guadarrama, el grueso de los documentos nombrados ya no están en México, la mayoría se encuentran en el extranjero, “pues mientras sus similares eran quemados en el nuevo territorio de la corona española, estos fueron embarcados hacia Europa como ricos y raros presentes”.
Hizo hincapié en que así como algunos admiraron y elogiaron estos testimonios escriturales, otros más -al menos en su primer acercamiento-, los aborrecieron y los conminaron al abrasador fuego de la hoguera, como fue el caso del primer obispo y arzobispo de México, fray Juan de Zumárraga y fray Diego de Landa, obispo de la Arquidiócesis de Yucatán:
El fuego consumió lastimosamente cómputos calendáricos, creencias religiosas, historias y genealogías de gobernantes, representaciones geográficas, observaciones astronómicas, conocimientos médicos y otras temáticas que nunca conoceremos”, enlistó.
Al igual que ejemplares prehispánicos, códices elaborados bajo el dominio español cruzaron el océano hacia los principados que ocupaban el territorio que hoy conocemos como Italia. Algunos solo estuvieron de paso, mientras que otros siguen hasta la fecha en resguardo de importantes repositorios italianos, caso del Magliabechi, el Vaticano A y el Códice Florentino.
Estos códices, al igual que los objetos etnográficos provenientes de América, fueron bien justipreciados en el territorio italiano, sobre todo por personajes como el boloñés Ulises Aldrovandi y el milanés Manfredo Settala, grandes coleccionistas e investigadores de ese gran teatro universal que, para ellos, era el mundo”.
Asimismo, los apellidos Médici, Borgia, Magliabechi, Barberini, Zani, Cospi, están fuertemente involucrados en el estudio y devenir de estos manuscritos por Italia. Gracias al interés de estas familias por los antiguos libros americanos, hoy tenemos la fortuna de conocer estos ejemplares, pues en otras circunstancias hubieran tenido un destino incierto”, concluyó el doctor en Estudios Mesoamericanos.